miércoles, 14 de abril de 2010

Turismo y ambición

Formentera ha cambiado mucho en los últimos años. Hace más de 30 años la sensación que producía la isla era diferente. Ahora hay algunas construcciones (afortunadamente pocas) hipertrofiadas para las proporciones de la isla: 4-5 grandes hoteles situados en lugares privilegiados de la costa (y con aspecto de haber pagado peajes oscuros previos a su construcción) y algunas edificaciones no excesivamente grandes, pero en puntos estratégicos (ocupando puntas rocosas e impidiendo el acceso a la costa). La Ley de Costas trata de regular estos despropósitos y hay afectados que se han asociado para defenderse de los cambios a los que obliga la aplicación estricta de la ley. El turismo en islas pequeñas paradisíacas (en Fuerteventura ocurre algo parecido) tiene un riesgo: la ambición de los que viven en ellas y especialmente de los que se acercan a las mismas por el olor del dinero pueden terminar con la gallina de los huevos de oro. La mayoría de su población estable, unos 7000 habitantes, vive del turismo y la actividad agrícola-ganadera es un valor secundario. Para sus habitantes (no para los que se acercan a enriquecerse) el mantenimiento de los valores paisajísticos y de calma de la isla debería de ser la guía para su mantenimiento como punto de atracción turística. El turismo masificado en períodos muy breves exige unas infraestructuras hoteleras y de servicios que pueden dar al traste con los principales valores que soportan el interés de la isla. Probablemente a la gente de Formentera les debería interesar incrementar su oferta turística fuera de la temporada alta (la imaginación al poder para los técnicos encargados del fomento turístico) y tratar de regular su oferta de verano para evitar morir de éxito. Algunas imágenes de la carretera principal de la isla en verano atestada de motos y coches (ver en Youtube) quitan las ganas al más animado.

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